Resurgimiento

En esta obra trato de captar la atención desde un ángulo picado, donde vemos a una chica en una postura encogida, que nos transmite agotamiento y frustración. Sin embargo, un destello de esperanza y renacimiento se manifiesta a través de cuatro coloridas flores que emergen de su espalda, contrastando con el resto de la composición en blanco y negro, hecha a lápiz.

Esta es una pieza que me hace recordar quién soy y quién he sido, me recuerda que como personas tenemos días buenos y días no tan buenos, momentos de claridad y de oscuridad, nuestros más y nuestros menos.

Estos últimos meses he acumulado muchas preguntas en mi cabeza: ¿Gustaré, no gustaré? ¿Qué hago en esta situación? ¿Qué van a pensar de mí? ¿Qué quiero? Dudas y temores que todos enfrentamos, especialmente en la juventud, y que pueden oscurecer nuestra visión y autoestima. Sin embargo, es precisamente en esos momentos de introspección y cuestionamiento cuando se encuentra la oportunidad de crecimiento y autodescubrimiento.

Todo ello coincidió con un libro que empecé a leer en ese momento: «Ichigo Ichie», un término japonés que equivale al concepto de que «el momento que estás viviendo ahora es único, no se volverá a repetir jamás, así que aprovéchalo.” En este libro se mencionan los términos «kaika» y «mankai».

«Kaika»: cuando las flores de los cerezos empiezan a brotar.

«Mankai»: cuando llegan a su punto máximo de apertura.

En la cultura japonesa, este hecho se compara con la forma en la que una persona florece y conecta consigo mismo encontrando su yo más profundo.

Resumidamente, esta obra se basa en todo eso, en el resurgimiento dentro de la oscuridad, el renacimiento de una esencia dentro de la negatividad y en pocas palabras, encontrarse a uno mismo.